EGITO – O PARLAMENTO É DISSOLVIDO POR UM JUDICIÁRIO MANIPULADO POR MILITARES
“A semana” (Carta Capital)
A 48 horas do segundo turno da eleição presidencial, logo após o Parlamento egípcio chegar a um acordo sobre a comissão que elaboraria o projeto da Constituição, o Tribunal Constitucional – todo ele nomeado por Hosni Mubarak – julgou ação impetrada por um obscuro advogado e decidiu que a eleição parlamentar, ao não0 reservar um terço dos assentos a candidatos sem partido, violou a lei do antigo regime.
Dissolve assim o Legislativo e transfere seus poderes à junta militar (SCAF) até nova eleição. E, apesar de muitas candidaturas terem sido anuladas por pretextos triviais, validou a candidatura de Ahmed Shafik, ex-primeiro-ministro de Mubarak. Este deu em seguida uma entrevista que mais pareceu um comício de vitória, anunciando o fim da ‘instabilidade’.
Tanto a Irmandade Muçulmana, cujo candidato, Mohammed Morsi, era o favorito no segundo turno contra Shafik (e já vencera entre os egípcios no exterior, os primeiros a votar), quanto seu rival derrotado Abdel Abul Foutouh, apoiado por outras correntes religiosas islâmicas, consideraram a decisão um golpe militar silencioso. Depois de ter cassada sua ampla vitória nas eleições parlamentares, os partidos islâmicos têm motivos para recear fraude em massa a favor de Shafik, seguida de forte repressão dos protestos – autorizada, aliás, pelo mesmo Tribunal Constitucional, dois dias nates, ao validar decreto da junta que permite a militares deter cidadãos sem ordem judicial apesar do fim do estado de emergência.
É um desenlace que desagrada não só aos fundamentalistas numa reviravolta que deve ter deixado até Alá surpreso, a revista liberal ‘The Economist’, que no primeiro turno apoiara o ex-chanceler Amr Moussa, declarou seu apoio a Morsi contra Shafik? “Melhor um irmão muçulmano do que um cupinha de Mubarak”.
Impossível prever se a temida fraude será mesmo consumada e qual a reação das massas. Mas o ‘Financial Times’ recorda o precedente da Argélia, onde a anulação da vitória eleitoral dos fundamentalistas pelos militares, entre o primeiro e o segundo turno de 1991 precipitou uma guerra civil que durou mais de dez anos e deixou de 150 mil a 200 mil mortos. No Egito, mais populoso e mais central para o mundo árabe, as consequências podem ser ainda mais graves.
“A semana” (Carta Capital) – 20.06.2012
IN “Carta Capital” – http://www.cartacapital.com.br/edicao-da-semana/veja-os-destaques-da-edicao-impressa-de-carta-capital/
Los primeros y tímidos pasos democráticos en la
‘Siria liberada’
Los vecinos de Quseir eligen una suerte de gobierno municipal para gestionar el municipio, fronterizo con el Líbano
El Ejército Libre de Siria, la facción
desertora que combate al régimen, controla buena parte de la ciudad y las zonas
adyacentes
El 80% de los vecinos han huido al país
vecino escapando de los bombardeos y los combates, calculan los miembros del
nuevo Consejo Nacional
QUSEIR (SIRIA).- Cada mañana, sobre el mediodía, los ocho miembros del
Consejo Nacional de Quseir, localidad cercana a la frontera con el Líbano y la
salida natural para los refugiados de la provincia de Homs, se reúnen en el
salón del domicilio del doctor Abbas. Entré vasos de té azucarado, tazas de
concentrado café aromatizado con cardamomo y humo de tabaco, los representantes
del municipio se enzarzan en discusiones sobre cómo solucionar los problemas
más básicos, desde el pavimentado de las calles afectadas por los disparos de artillería pesada hasta
el alojamiento de los desplazados de guerra que pasan por la zona, en su camino
hacia el Líbano.
“Desde hace meses aquí hay Gobierno. No hay policía, ni servicios…
Alguien tiene que cuidar de la ciudad”, explica Abbas, dentista de formación y
próspero hombre de negocios que vio cómo su fábrica de embalajes quedaba
completamente destruida por los bombardeos del régimen. “Y nosotros hemos
creado este sistema: nos hemos constituido en una especie de gobierno municipal con ocho departamentos.
Pero, ojo: lo hemos hecho de forma democrática”.
Al lado de Abbas asienten y sonríen Abu Fidah, el responsable del
departamento de Seguridad –consistente en 25 agentes de policía local desertores y
encargado de “trabajar como cualquier otro departamento de policía”, explica
este último-, así como un líder tribal, un clérigo y un hermano de Abbas.
“Lo constituímos hace cinco meses,
cuando la guerra paró toda la actividad en la provincia de Homs”, prosigue
Abbas. “Y ahora, un problema que antes se resolvía en 10 años se puede arreglar
en un día”, dice en tono pretencioso.
El autogobierno se ha impuesto en Quseir como ya sucedió en otros
municipios sirios como Zabadani, obligados a encontrar soluciones ante el vacío
de Gobierno que implica el alzamiento popular contra el régimen, sobre todo en
las áreas liberadas del control de la dictadura. El Consejo data de
principios de 2012, cuando la presencia de una misión de observadores de la
Liga Arabe fue incapaz de frenar los ataques del régimen contra las localidades
insurrectas y la respuesta armada del Ejército Libre de Siria (ELS), la facción
de desertores que le planta cara, cada vez con más ayuda de civiles que han
cambiado las pancartas por las armas.
Tras la brutal ofensiva de Damasco contra Homs, son muy numerosos los
vecinos que han optado por la lucha
armada, y como muchos activistas lamentan, eso arrincona la revolución
democrática. “Desde el pasado 1 de febrero, esto es una guerra civil. Hemos
perdido la revolución. Todo empezó por cosas impecables como la libertad de
expresión, la democracia, la justicia, la igualdad… Ahora es una guerra de venganzas“, musita en tono
amargo Khaled, un activista de Homs implicado en las manifestaciones desde sus
orígenes.
Esa realidad no cambia las necesidades de ciudades como Quseir, que se
rebeló tímidamente contra la dictadura en la primavera del pasado año pero no
se levantó hasta el asesinato del cámara ciudadano Mohamed Farzat Jourban, a
quien partidarios del régimen le arrancaron los ojos. Sus carencias
se agravaron de forma dramática cuando, a principios de febrero, la masiva
ofensiva contra el barrio de Baba Amr, así como otras zonas de Homs, obligó a decenas de miles de personas a huir en dirección a esta
localidad, confirmándola como la salida más transitada hacia el Líbano y
poniendo a la ciudad, de entonces 40.000 habitantes, en el punto mira de
Damasco.
Se desplazaron refuerzos militares a la zona, y el régimen ordenó erigir
más puestos de control desde donde controlar a los civiles y aumentó los
bombardeos. Pero fue tarde: tras la caída de Homs, los combatientes del ELS
fueron quienes guiaron la huída de
los civiles a través de la provincia. Buena parte de los milicianos
terminó asentándose en la zona, y ahora los hombres armados se han hecho
fuertes en Quseir y sus aldeas adyacentes, lo cual explica la ferocidad de los
bombardeos del régimen de los últimos días.
“Hace dos mes, abandonó el 80% de
la población de la ciudad. Cristianos, alauíes, chiíes, drusos… Mucha gente ha
sido asesinada por los francotiradores del régimen. Ahora, el 90% de la ciudad está liberada por
el ELS pero no se puede decir que sea segura hasta que no desaparezcan los
francotiradores”, explica el dentista Abbas, trazando un rústico mapa
imaginario.
Los escasos habitantes que quedan en Quseir se han acostumbrado a
convivir con la guerra, los bombardeos y los combates entre el ELS y las
fuerzas de Assad que se desatan en la ciudad. Evitan la Plaza del Reloj, desde
donde se aprecia la sede del Ayuntamiento con sus numerosas ventanas
parapeteadas con sacos terreros, así como las inmediaciones del Hospital
Nacional: ambos son posiciones militares .“No sólo son edificios evitados a
causa de los francotiradores: hace pocos días, uno de los desertores voló por
los aires al pisar una mina, lo que nos hace pensar que han minado los accesos”, explica
Mofaz, un miembro del ELS.
La vida se ha interrumpido en lo que en otros tiempos fue una próspera
ciudad fronteriza que vivía del comercio. Hoy, el mercado –muy próximo a la
Plaza del Reloj- está cerrado: la chapa de las puertas metálicas de cada puesto
presenta un sarpullido de lesiones, huella de la metralla. Algunos de los negocios están calcinados.
En un rincón de la ciudad, los rastros de una enorme batalla son aún visibles:
edificios agujereados y quemados, barricadas vacías de sacos terreros y
carcasas vacías de munición. “Aquí había una posición del Ejército de Assad”,
continúa Mofaz. “Al ELS le costó deshacerse de ellos, pero lo logró”, estima el
muchacho, antes estudiante de Ingeniería, echando un vistazo a su alrededor.
“Está claro que la ofensiva que
vivimos en marzo fue una respuesta a lo ocurrido en Baba Amr”, aduce Abu Fidah,
ante el asentimiento del resto. “Intentan cortar la vía de escape hacia el Líbano, la única salida que
tiene Homs”. Quseir ha sido sometida a ataques intermitentes desde el principio
de las protestas, y según los activistas y vecinos la mayoría de las 200
víctimas que se estimaban cuando Periodismo Humano visitó el lugar, a
principios de mayo, fueron disparadas desde los puestos de control del régimen.
“Aquí sólo tenemos un hospital de campaña con dos médicos. No podemos acudir al
de Homs porque hay 23 puestos de
control en el camino [menos de 30 kilómetros separan ambas
localidades], y los nombres del 70% de los hombres de Quseir figuran en las
listas negras del régimen”, explica el doctor Abbas. “Como el Hospital Nacional
está en manos del Ejército de Assad, a los heridos graves hay que trasladarlos
al Líbano. Nos separa 20 kilómetros de la frontera, pero como las carreteras
principales están tomadas por el Ejército hay que tomar rutas en desuso: ahora
el viaje nos lleva dos días”.
Para coordinar la evacuación de heridos, la entrada de suministros
médicos de contrabando y otras muchas actividades se eligió el Consejo
Nacional. “Un día nos reunimos en la mezquita los representantes de las principales familias de Quseir. Nos
juntamos un centenar de personas: tenga en cuenta de que aquí una sola familia
puede representar a un 20% de la población. Sometimos a votación los nombres de
los voluntarios para trabajar en un gobierno municipal: de una primera
selección de 28 terminamos votando a ocho personas”.
En el Quseir liberado sus ocho concejales se
reparten los departamentos de Seguridad, Finanzas, Sanidad, Asuntos Sociales,
Agricultura, Comunicación, Asuntos Militares, Asuntos Religiosos y un último
encargado de organizar las manifestaciones diarias, una diurna y una nocturna,
que suelen celebrarse para pedir la salida del régimen. Abbas, Abu Fidah y el
resto desconocían que la ciudad de Zabadani, cercana a Damasco, ya celebró sus
propias elecciones a finales de 2011 siguiendo un esquema similar. “No sabemos
si hay precedentes, nosotros actuamos
por necesidad”, dice Abbas encogiéndose de hombros.
“El cerco militar impide la
llegada de combustible, gas, harina o suministros médicos. Tenemos que
conseguirlo todo mediante el mercado negro, y eso dispara los precios. Poca
gente se puede permitir pagar un litro de diésel, que suele costar 15 libras
sirias, a las 45 que nos cobran ahora de estraperlo. Necesitamos ayuda pero el
presidente sólo dejará el poder
por la fuerza, así que no nos queda más remedio que actuar”, continúa el
dentista.
El departamento financiero destina las ayudas económicas que se reciben
–afirman que, en su mayoría, provienen de donaciones de sirios en el exilio- en financiar la
compra de medicinas y alimentos básicos para personas sin posibles, así como
comida y ropa para los miembros del ELS –“cualquier cosa, menos armas”, refuta
Abbas- y sueldos simbólicos para el personal sanitario que asiste el hospitales
de campaña y las clínicas clandestinas que ofrecer primeros auxilios. El
departamento militar coordina las relaciones entre el ELS –estiman que hya unos
1.400 milicianos en Quseir y alrededores- y la población civil -se admiten
problemas aislados, aunque rechazan dar detalles-, mientras que el encargado de
las protestas vela por evitar disparos del régimen contra las mismas.
“Tenemos varios lugares destinados a manifestaciones, pero como suelen
ser atacados, cada día se celebran en un lugar diferente elegido horas antes
por los organizadores”, explica Hussein, un joven activista que suele acudir a
las marchas a diario. El boca a boca hace el resto y cada tarde, sobre las
ocho, unos 300 hombres se concentran en el emplazamiento elegido, donde ya les
esperan las pancartas colocadas, la megafonía y banderas de la Siria
revolucionaria (la enseña nacional previa al Baaz). En la noche del 29 de
abril, las consignas revolucionarias fueron recibidas por un fuerte tiroteo desde la posición
del Gobierno municipal. “Disparan al aire, porque desde allí no pueden alcanzar
la manifestación. Bienvenida a Quseir”, ironizaba Abu Habib, otro activista.
Los responsables del Consejo Nacional acuden siempre a las
manifestaciones. Su forma de actuar asombra a los vecinos. “Verlos discutir en
la reunión diaria de la mañana es un espectáculo. En Siria, estamos
acostumbrados a que en nuestro Parlamento nadie dispute argumentos: se limitan
a escuchar, a decir sí y a dar salvas al líder. Pero aquí, en Quseir, las cosas
son muy diferentes. Los gritos se pueden escuchar en la calle”, prosigue
Hussein, con notable orgullo.
Pese a los bombardeos, que se han intensificado en las últimas semanas,
su ciudad natal comienza a dar sus primeros pasos en la autogestión al margen
del régimen de Damasco, y muchos como él están ansiosos por colaborar. “¿Ves
esta casa?”, dice mientras rodea un amplio edificio aún en construcción,
cercano a la vivienda del doctor Abbas. “Mi familia la estaba construyendo para
mi y mis hermanos, pero desde que comenzó la revolución hemos cambiado de idea.
Ahora queremos que albergue el próximo gobierno municipal de Quseir, una vez
que nos libremos del régimen.
Mónica G.
Prieto · (Quseir, Siria) – 31.05.2012 ·
IN “Periodismo Humano” – http://periodismohumano.com/en-conflicto/los-primeros-y-timidos-pasos-democraticos-en-la-siria-liberada.html
Mubarak se derrumba; Assad se aferra al poder
El sábado, el dictador de
Egipto fue sentenciado a cadena perpetua. El domingo, el dictador de Siria
luchaba por su vida. Y dijo –advirtió, amenazó– que su guerra podría extenderse
a otros países.
Robert Fisk
Nada hay peor que un periodista en el lugar menos indicado en el momento
menos oportuno. Ayer estaba yo en El Cairo, cubriendo el juicio de Hosni
Mubarak, recién llegado de Líbano –donde 15 personas acaban de morir–, cuando
Bashar Assad aparece en la pantalla del televisor diciendo que su ejército no
fue responsable de la masacre de Hula, hace una semana, y hablando de la crisis
más seria desde el fin del colonialismo. Bueno, y que lo diga.
Y no me siento mucho más feliz. Ahmed Shafik, leal a Mubarak, tiene el
apoyo de los coptos cristianos, y Assad cuenta con el apoyo de los cristianos
sirios. Los cristianos apoyan a los dictadores. No es mucho decir, ¿o sí?
El sábado, el dictador de Egipto fue sentenciado a cadena perpetua. El
domingo, el dictador de Siria luchaba por su vida. Y dijo –advirtió, amenazó–
que su guerra podría extenderse a otros países. Todos sabemos lo que eso
significa: el futuro de la ciudad libanesa de Trípoli está en duda. No hace
mucho, una amiga libanesa me dijo que temía por su país si Assad estaba en
peligro. Ahora sé lo que quería decir.
Son malos tiempos para laprimavera o despertar árabe. En
Yemen, el gobierno ayuda a Estados Unidos en sus ataques con drones a
operativos de Al Jazeera. En Egipto hay estadunidenses que apoyan a Shafik. Sin
embargo, en el diario egipcio Al Ahram los editores están en libertad de decir
que la primera reacción del vocero de Shafik a la elección presidencial es
que la revolución ha terminado. Y pueden escribir que el régimen de Shafik
seríauna versión mucho más feroz de un Estado policiaco que la que se vivió en
la segunda mitad de las tres décadas de gobierno de Mubarak. El periódico
hablaba de los interminables sacrificios de hombres y mujeres jóvenes para
que todos en Egipto, los que participaron en la revolución, los que
simpatizaron con ella y los que se opusieron, puedan tener una vida mejor, en
la que las violaciones ya no sean la norma. ¿Podría haber leído algo así en
tiempos de Mubarak?
Pero ¿podría leer algo así en Líbano? ¿Será que Líbano no toma la
libertad en serio? ¿Y Yemen? El hecho es que los árabes se despiertan; por eso
prefierodespertar árabe a primavera árabe. Y me parece que
Siria despierta. Ahora bien, el presidente Assad dijo este domingo que
la seguridad de su país es una línea roja y dio a entender
–sólo dio a entender– que la guerra en Siria (y la llamó guerra) podría
desbordarse hacia un Estado vecino (léase Líbano). Así que estoy preocupado por
Líbano y por los alauitas libaneses que apoyan a Assad, quienes merecen mejor
suerte.
Pero también estoy consciente de que los guerreros de Shafik; los que en
Washington quieren que Shafik restaure la vieja relación con Israel, los que
quieren, de hecho, que se restaure la dictadura de Mubarak y recrear el viejo
paradigma (la estabilidad de Mubarak frente al viejo temor de la
Hermandad Musulmana), aumentar los miedos de los cristianos y atemorizar a
Occidente con el horror del fundamentalismo árabe, asomarán la cabeza
igual que Assad. Y conforme los republicanos estrechen el cerco en torno a
Obama, ¿no mostrarán su amor por el último primer ministro de Mubarak?
Pero tal vez tendremos que vivir con Mohamed Morsi como próximo
presidente de Egipto, un hermano musulmán, un hombre que tendrá que mostrar que
un gobierno musulmán de veras es capaz de manejar la economía y dominar la
corrupción (o tal vez no, como también podría ocurrir), como se debió dejar que
lo hiciera el gobierno argelino en 1991. No estoy seguro.
Pero volvamos a Líbano. Su prensa es libre y su pueblo también. Se
deshizo de Siria en 1995 (al precio de la vida de un ex primer ministro). Puede
mirar al otro lado de la frontera, a Siria, para ver lo democrática y libre que
es su nación. Y –¿alguien se atreverá a decirlo?– pobre Siria. No se merece el
dolor y las matanzas que está soportando. Su presidente afirma que las
conspiraciones internacionales destruyen su país. Dado el interés de Arabia
Saudita y Qatar por ayudar a la resistencia, quizá tenga razón. Y es cierto que
las armas entran a Siria desde Líbano.
He aquí, pues, un mal augurio desde El Cairo. Shafik podría ganar,
aunque el juicio de Mubarak podría demostrar lo contrario. Assad podría caer,
aunque temo esa guerra civil de la que habla Kofi Annan. Y Líbano podría vivir.
Tal vez yo deba volar de vuelta allá este lunes.
Robert Fisk – jornalista – 04.06.2012
Traducción para La Jornada: Jorge Anaya
IN “The Independent” - http://www.jornada.unam.mx/2012/06/04/index.php?section=mundo&article=033a1mun&partner=rss