Los procesos electorales de este año confirman algunas de las
principales tendencias de la región.
Daniel Zovatto
Plagado de importantes acontecimientos, 2013 fue
un año intenso en América Latina. La muerte de Hugo Chávez y la llegada de su
sucesor, Nicolás Maduro, en elecciones ajustadas y cuestionadas. La reelección
de Rafael Correa en Ecuador y el regreso al poder en Chile de Michelle
Bachelet. La situación política se regularizó mediante elecciones en Paraguay;
sin embargo, la de Honduras (denuncia de fraude mediante) se volvió a
complicar. Daniel Ortega, con su reforma a favor de la reelección indefinida,
se va pareciendo cada vez más a Somoza. Los Castro siguen gobernando Cuba y
ejercieron la presidencia de la CELAC. Las reformas estructurales en México y
el proceso de paz en Colombia siguen vivos aunque preñados de grandes desafíos.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, declaró en la OEA el fin de
la Doctrina Monroe. Y, por primera vez en la historia, un
latinoamericano está al frente del Vaticano, el Papa Francisco, a quien la
revista Time, en reconocimiento a su liderazgo, lo designó el
personaje del año.
Este año se cumplió el 35º aniversario del inicio
de la Tercera Ola democrática en la región y comenzó un nuevo ciclo electoral,
dentro del cual, y hasta 2016, 17 de los 18 países de la región (salvo México)
celebrarán comicios presidenciales.
Los cinco procesos electorales presidenciales de
este año que termina se desarrollaron en un contexto de desaceleración
económica. Según la CEPAL, el crecimiento de América Latina en 2013 resultará
de sólo 2,6%. A ello hay que sumar un progresivo malestar social que se expresa
en un incremento de las demandas ciudadanas (sobre todo de las emergentes y muy
heterogéneas clases medias) en varios países de la región que, si bien no
rechazan “el sistema democrático”, sí muestran su insatisfacción hacia el
funcionamiento de este sistema, a la vez que demandan mejor representación, más
transparencia y rendición de cuentas, y, sobre todo, servicios públicos de
mejor calidad en materia de educación, salud, transporte y seguridad ciudadana.
En Ecuador, se reeligió por segunda vez a Rafael
Correa (electo en 2006 y reelecto en 2009) con una gran ventaja sobre una
oposición fragmentada y débil.
En Venezuela,
debido al deceso de Chávez, tuvo lugar una campaña corta y marcada por la
ausencia física pero no “espiritual” de su carismático liderazgo. El chavismo
fue liderado por Nicolás Maduro, quien venía ejerciendo como presidente
interino desde que Chávez se marchó a Cuba en diciembre de 2012. La oposición
repitió candidato, Henrique Capriles, quien ya había sido derrotado por Chávez
en las presidenciales de octubre de 2012. El progresivo deterioro económico, la
falta de carisma de Maduro y el buen papel desempeñado por la oposición
condujeron a que el chavismo se impusiera por una diferencia muy estrecha. La
oposición se negó a reconocer los resultados alegando graves irregularidades,
pero las autoridades electorales (bajo control chavista) desecharon dichos
cuestionamientos.
Paraguay normalizó su situación, interna y
externa, con unas elecciones en las que Horacio Cartes logró triunfar
cómodamente, marcando el retorno de los colorados a la presidencia, de la cual
fueron desalojados en las elecciones de 2008, tras 61 años ininterrumpidos en
el poder.
Las elecciones hondureñas estuvieron marcadas
por la polarización, las denuncias de fraude y el triunfo del candidato
oficialista Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional. Otra de sus
características fue el colapso del histórico sistema bipartidista (en el ámbito
nacional pero no en el municipal). El segundo lugar lo ocupó el partido LIBRE,
una fuerza emergente nacida tras el golpe de Estado de 2009, liderada por el
expresidente Manuel Zelaya, y que llevaba como candidata a la presidencia a su
esposa, Xiomara Castro. LIBRE no aceptó los resultados proporcionados por el
TSE y denunció fraude. Como consecuencia, el país enfrenta un serio desafío de
gobernabilidad debido a la persistencia de una alta polarización política
(zelayismoversus antizelayismo) y del fraccionamiento parlamentario
que obstaculiza la posibilidad de llegar a acuerdos.
Chile cerró el año electoral con la segunda
vuelta de las presidenciales que sellaron el regreso de la izquierda al poder
tras cuatro años de gobierno de la derecha. Michelle Bachelet,
líder de una coalición de centroizquierda (Nueva Mayoría), se impuso a Evelyn
Matthei, cabeza electoral de la coalición de centroderecha. La campaña careció
de emoción, pues desde el principio se daba por descontado el triunfo de
Bachelet quien, tanto en primera como en segunda vuelta, superó a Matthei por
una amplia ventaja. Ambas jornadas se caracterizaron por un elevado
abstencionismo.
Otros dos procesos de gran trascendencia para la
región tuvieron lugar en Argentina y Venezuela. Las elecciones legislativas de
medio periodo fueron desfavorables para el Gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner y pusieron punto final a su proyecto re-reeleccionista. En Venezuela,
las elecciones municipales (convertidas por la oposición en un plebiscito
simbólico sobre la gestión del presidente Maduro) volvieron a dar como ganador
al oficialismo (quien nuevamente tuvo a su favor un marcado “ventajismo”), esta
vez con mayor ventaja que en las presidenciales de abril pasado.
Los procesos
electorales de 2013 confirman algunas de las principales tendencias de la
región. Primero, la combinación de continuismo (triunfo de Correa en Ecuador,
del chavismo en Venezuela y del oficialismo en Honduras) con alternancia (en
Paraguay y en Chile). Segundo, la heterogeneidad política también ha estado
presente: victoria del “socialismo del siglo XXI” en Ecuador y Venezuela, de la
izquierda moderada en Chile y del centro derecha en Paraguay y Honduras. Y
tercero, la tendencia al centro político (mayor moderación y pragmatismo),
salvo contadas excepciones.
El año 2013 ha dejado varios procesos abiertos
que seguirán marcando la realidad política latinoamericana en 2014. En México,
Enrique Peña Nieto, apoyándose en el Pacto por México, logró que se aprobaran
las principales reformas estructurales que se propuso (educativa,
telecomunicaciones, transparencia, fiscal, política y energética), pero dicho
Pacto se ha visto desgastado con la salida del PRD. El reto pasa ahora por
lograr una efectiva y exitosa implementación de dichas reformas.
En Colombia, el desafío radica en seguir
avanzando con el proceso de negociación de paz con las FARC en medio de una
campaña electoral que durará los primeros cinco meses de 2014. No obstante
importantes avances, las negociaciones han marchado muy lentas (Santos había
puesto como fecha límite para un acuerdo el mes de noviembre de 2013). Será un
año difícil, plagado de tensiones y presiones, en especial de las que provienen
del uribismo.
El rally electoral iniciado
este año continuará en 2014 con siete elecciones presidenciales de gran
importancia. En la mayoría de los casos, los oficialismos parten como favoritos
(Dilma Rousseff en Brasil, Juan Manuel Santos en Colombia, Evo Morales en
Bolivia y Tabaré Vázquez en Uruguay). En los tres países restantes (Costa Rica,
El Salvador y Panamá) las opciones están más abiertas, pero en todos ellos
existen buenas posibilidades para un triunfo oficialista. La reelección está
más viva que nunca: en tres países (Colombia, Bolivia y Brasil), los
presidentes buscaran su reelección y en otros dos (Uruguay y El Salvador), dos
ex presidentes intentarán volver (Tabaré Vázquez y Antonio Saca). En la
totalidad de estos procesos la marcha de la economía, el nivel de
conflictividad social y coyunturas específicas nacionales desempeñarán un papel
determinante. Y con seguridad, en todos estos países la gobernabilidad será más
compleja.
Daniel Zovatto - Director regional de IDEA Internacional para América Latina y el
Caribe – 27.12.2013