La llamada “Ley Hinzpeter” impone drásticas
sanciones a quienes promuevan o participen en futuras protestas estudiantiles,
(...) Se llegó al extremo de incluir entre los delitos toda forma de registro fotográfico, audiovisual o de sonido.
(...) Se llegó al extremo de incluir entre los delitos toda forma de registro fotográfico, audiovisual o de sonido.
La pretensión gubernamental de reeditar entre
nosotros las conocidas prácticas pinochetistas de represiones masivas como
fundamento de un “orden policiaco” debe ser denunciada como prácticas
abiertamente antidemocráticas.
Alvaro Cuadra
1.- Estudiantes ausentes.
Mucho se ha
especulado en torno a la eficacia de las protestas, en cuanto, se afirma, la
mayoría de los estudiantes ni siquiera están inscritos en los registros
electorales. De suerte que el coro vocinglero por una educación pública,
gratuita y de calidad no vale mucho a la hora de contar votos. En la
actualidad, se ha modificado la ley electoral en el sentido de una inscripción
automática y del voto voluntario. En principio, no hay ninguna razón teórica o
empírica que indique una transformación radical del padrón electoral.
La cuestión de fondo
es si acaso los millones de jóvenes ausentes en los procesos electorales
modificarán su comportamiento en virtud de una ley de la república. Pareciera
que la indiferencia a las elecciones se relaciona más bien con una
“desconfianza radical” respecto al sistema político en vigencia que a otra
cosa. Esto explica la distancia del movimiento estudiantil frente a los
partidos tradicionales, incluidos los partidos de izquierda, y la
multiplicación de diversas agrupaciones alternativas. Hasta el presente, los partidos
mismos no han mostrado un particular interés en reconstruir los puentes hacia
los movimientos sociales en general y hacia el movimiento estudiantil en
particular.
El síndrome de los
“estudiantes ausentes” significa, ni más ni menos, la existencia de un “mundo
político paralelo” sin vasos comunicantes con la institucionalidad política
construida tras la dictadura. Esta no es una buena noticia para las autoridades
de gobierno ni para la “clase política” adscrita al oficialismo o la oposición.
Este mundo político otro es variopinto y reconoce matices, sin embargo, como
conjunto expresa una “racionalidad política” muy alejada del cálculo
electoralista y de los “grandes temas” que se discuten en el poder legislativo.
Para decirlo con
moderación, en la mayoría de estos “estudiantes ausentes” hay indiferencia,
acaso desdén, hacia el “establishment” político tradicional; y no faltan buenas
razones que expliquen esta actitud arraigada entre los más jóvenes. Los cuatro
gobiernos concertacionistas fueron capaces de poner en evidencia que dicho
conglomerado no era la solución sino una parte importante del problema. En un
balance retrospectivo de la mentada Concertación, se podría afirmar que más
allá de los discursos, lo cierto es que el país no avanzó significativamente
hacia una democracia más plena, convirtiéndose en los hechos en mera
administradora del orden heredado, aplicando medidas cosméticas cuando hubo
ocasión. La modificación de la LOCE por la LGE resume muy bien este punto de
vista.
2.- Piñera, Hinzpeter y los otros
La llamada “Ley
Hinzpeter” impone drásticas sanciones a quienes promuevan o participen en
futuras protestas estudiantiles, entendiendo como agravante el usar capucha. El
gobierno le ha puesto “suma urgencia” a esta iniciativa del ejecutivo y ya ha
sido aprobada por la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados en
diciembre 2011. Se busca convertir en “delito” lo que la autoridad considere un
atentado contra las personas y/o contra la propiedad. Las penas consideradas
son de presidio menor en su grado medio, es decir, 541 días a 3 años de cárcel.
Se llegó al extremo de incluir entre los delitos toda forma de registro
fotográfico, audiovisual o de sonido.
Lo que quiere el
señor ministro es fortalecer un “estado policiaco” que criminalice toda
expresión de los movimientos sociales. Es claro que si llega a aprobarse este
proyecto de ley, el concepto mismo de democracia en Chile descendería varios
escalones hacia el sótano del autoritarismo y sería el equivalente de apagar un
incendio con gasolina. El proyecto pone en evidencia, una vez más, la escasa
vocación democrática del actual gobierno de derechas y la miopía política de
que adolece.
Basta imaginar a
cientos o miles de jóvenes estudiantes procesados en virtud de esta ley para
dimensionar la profundidad del dislate. Solo la incapacidad política de un
gobierno explica el talante autoritario de una administración como la actual.
Convertir el mero llamado a una movilización en “incitación” de
“desórdenes u otro acto de fuerza” es una grave limitación a la libertad
ciudadana. El proyecto de ley pareciera redactado por un encargado de la DINA,
pues carece del más mínimo tino político que se espera de un ministro de
estado.
3.- El espectro de Pinochet
Las actuaciones
recientes del actual mandatario muestran que el espectro de Pinochet todavía se
pasea por La Moneda. Para vergüenza de este país, hace muy poco sectores de
extrema derecha se han permitido enaltecer la figura del sátrapa en un acto
público, haciendo apología del crimen y el terrorismo de estado. Este
acontecimiento que habría sido inaceptable en cualquier democracia sana ha sido
posible entre nosotros gracias a una actitud permisiva y tolerante de un
gobierno de derechas que posa de liberal. Lo cierto, es que en el seno de la
Alianza política de la derecha el liberalismo político no existe. La
elite dirigente no es otra que aquella que consagró el terror en “Chacarillas”,
formada en un anticomunismo de Guerra Fría y, desde luego, en el neoliberalismo
de Chicago.
En este contexto, nada
tiene de singular que un ministro de “Renovación Nacional”, la supuesta “ala
liberal” de nuestra derecha haya engendrado un proyecto de ley digno de las más
afiebradas ensoñaciones del “Mamo Contreras” El gobierno de Piñera, como el
dios Jano, tiene dos caras. Un rostro sonriente y demagógico cada vez que
engaña a los chilenos con promesas y mentiras, un rostro autoritario y agresivo
cuando se trata de hacer frente a los movimientos sociales que se expresan en
diversas ciudades del país. Es triste observar los establecimientos
educacionales cercados por carros policiales y a los estudiantes convertidos en
delincuentes por autoridades incompetentes e incapaces del más mínimo respeto
por los planteamientos de los jóvenes estudiantes de Chile.
La pretensión
gubernamental de reeditar entre nosotros las conocidas prácticas pinochetistas
de represiones masivas como fundamento de un “orden policiaco” debe ser
denunciada como prácticas abiertamente antidemocráticas. Los ciudadanos tienen
pleno derecho a expresar su malestar ante el atropello a sus derechos. No es
lícito que este gobierno o cualquier otro convierta las escuelas en “campos de
concentración” de corte fascista, no es aceptable que un gobierno que se
reclama democrático patrocine una iniciativa legal que, en los hechos, niega
las libertades más elementales.
Hasta el presente, el
gobierno, y por extensión la “clase política” en su mayoría, ha cerrado las
puertas a las demandas de los estudiantes, buscando soluciones cupulares que
burlan una y otra vez las cuestiones de fondo. Hasta el presente, las
autoridades solo enarbolan la cavernaria política del garrote, negándose a
buscar con seriedad una real salida política al conflicto. Los estudiantes han
estado ausentes de la institucionalidad política porque no se les reconoce en
su estatura de ciudadanos, han estado ausentes porque se buscan soluciones sin
que el movimiento estudiantil sea tomado en cuenta. En definitiva, la ausencia
estudiantil no es sino un síntoma más de una democracia enferma.
Alvaro Cuadra –Investigador y docente de la Escuela
Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad
ARCIS – 23.08.2012
IN “Clarin de Chile” – http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=5642:manifestaciones-estudiantiles-en-chile-ausencia-escolar&catid=13:politica&Itemid=12